Las ratas pueden jugar al escondite con los seres humanos y estos vídeos lo demuestran
Yo también he tenido esa sensación. Fue en una destartalada casa compartida en Cambridge, cuando mis tres compañeros y yo supimos que había alguien más en el edificio. ‘Nearly Headless’, como le llamábamos cariñosamente, era un ratón tuerto pero inteligentísimo que, lo juro por lo más sagrado, disfrutaba jugando con nosotros de las formas más delirantes que uno se puede imaginar.