En el año 2013, marcado por el malayo Dong Nguyen y su horrorosamente frustrante juego Flappy Bird. El juego fue tan popular, incluso años después, que el creador por mucho tiempo lo mantuvo abajo por el miedo que le generaba la fama y el dinero.
Después vino Swing Copters, un juego que no gozó de la fama del pajarito que apenas podía volar. No era tan genial como el primero, pero aun así incluso tuvo una secuela.